A propósito de El libro de Alipio Tito Paoletti por Guillermo Alberto Alfieri.
Este libro es primer libro de un hombre, un periodista, a quienes mueve (así, en plural) parejo amor por el protagonista de la historia y el deber de construcción desde una concepción ética que no les abandona.
Intentemos aportar algunos datos que contribuyan a una lectura en los entresijos del texto.
Cuando Yiyi Alfieri llegó a La Rioja y se hizo cargo de sus labores en El Independiente, no fue a disputar el lugar de genuino liderazgo de Tito: fue a consolidarlo con su entrega silencios y sin desmayos; quizá ni el mismo Yiyi lo supiera entonces. Tampoco es que necesitara saberlo: ese edificio se eleva desde lo que uno es, con lo que uno es. Es materia propia que se entrega sin cálculos, y sin cálculos Yiyi Alfieri compartió el apasionado destino de Tito Paoletti, con pareja pasión y más silencio. Seguramente a Yiyi, además del amor por su amigo, debía moverlo una no menor admiración por la gesta de Tito, su generosa entrega a favor de los más altos valores de la vida.
El libro que aquí se comenta está escrito por ese periodista que honra a su profesión y al hombre: escribe con lo que es y como es. No persigue los adornos del lenguaje, persigue la verdad de su testimonio y aporta información que conoce como nadie.
Bien podrían dibujarse estos destinos paralelos: el de Tito -cuya voluntad de hacer una historia distinta y más bella, más justa y solidaria que aquella que esculpen las clases dominantes, mostró con gestos de grandeza la verdad de su entrega- y el de Yiyi que, mientras su amigo sufrió persecución, exilio y despojamiento, él padeció persecución y cárcel y despojamiento. ¿Es medible la cantidad de dolor?
Quien aborde la lectura de El libro de Alipio Tito Paoletti desde el costado mecánico de la pura información, encontrará respuestas incluidas las más abyectas a cargo de los dueños del poder, los mismos que sembraron dolor y muerte sobre los suelos de la patria. Pero, adviértase, se habrán perdido la historia paralela de una pasión que tal vez fuera la misma. Es como preguntarse: ¿cuál es la imagen real? ¿la que está delante, o la que está detrás de cada espejo?
Alberto Viñals