martes, 20 de enero de 2009

Apuntes de reseña. El Libro de Alipio Tito Paoletti.

Alipio Eduardo Paoletti fundó el diario El Independiente de La Rioja en 1959 y lo dirigió hasta 1976. La dictadura invadió la redacción del matutino y el periodista fue obligado a la clandestinidad y al exilio, en secuencias que lo ubicaron en Buenos Aires y en Madrid.
En su ausencia, con la complicidad de civiles, la prepotencia militar urdió la trama de la exclusión de Paoletti de la cooperativa de trabajo que impulsó y concretó en 1971. La renuncia con firma falsificada y el cargo de “abandono de labor” fueron las infames herramientas del despojo, resaca del autoritarismo, irreparado por la justicia ordinaria.
El registro de microhistoria es el que anima las páginas de “El Libro de Alipio Tito Paoletti”; una producción del periodista Guillermo Alberto Alfieri que ya se presentó en en el Auditorio Rodolfo Walsh de la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná; en el Foro Cultural de la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe; y en el Auditorio de la Federación Gráfica Bonaerense de Buenos Aires.
La distancia entre el lugar de los hechos y el bautismo editorial se debe a que el autor fue amigo en la vida y compañero de Paoletti en la enjundiosa redacción de El Independiente. El descabezamiento del matutino introdujo a Alfieri en la cárcel, provocó su emigración interna y la expulsión de la cooperativa.
El texto de “El Libro de Alipio Tito Paoletti” instala a los personajes en el escenario de la empobrecida La Rioja desde que la causa federal fue derrotada por el mitrismo. Con breves intermitencias, el predominio de las relaciones feudales se mantuvo en el tiempo. La resignación popular sacudió la modorra por la pastoral del obispo Enrique Angelelli y el medio de comunicación conducido por Paoletti, y con ambos se ensañó el poder de los dueños de casi todo.
El prelado fue asesinado el 4 de agosto de 1976; el periodista murió el 1 de diciembre de 1986, alejado de lo que creó con talento y coraje. Con recursos lingüísticos que definen al informe periodístico, Alfieri cuestiona la “naturalización” de lo ocurrido, la congelación de los sucesos en un pasado que se proyecta con fuerza en el presente.

Entrar en tema

“En La Rioja, a 1.150 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la dictadura asaltó un diario, detuvo a trabajadores de prensa e impuso el terror en la cooperativa que lo editaba. Falló en el intento de capturar al principal objetivo de la caza mayor: Alipio Eduardo Paoletti.

Tito, ése es su sobrenombre, refundó El Independiente en 1959 y lo cedió para la propiedad compartida con setenta compañeros en 1971. En pensamiento y acción procuró vincular las luchas populares anteriores con las del presente álgido que atravesaba el país.

El discurso crítico de Paoletti no toleraba eufemismos que desvirtuaran las palabras y rescató conceptos que intelectuales enclenques remitían al archivo. Asumió los riesgos: si el obispo Angelelli era el número uno de los condenados a muerte por la reacción, el periodista ocupaba el número dos. Al pastor lo asesinaron; Tito los eludió con la clandestinidad y el exilio militante. Murió a los 50 años. No lo dejaron reingresar a su diario por razones de “abandono de trabajo” y una renuncia inventada.

Sólo hay leves toques de ficción en la microhistoria y la biografía que aquí se narran, con un registro que pretende ser primordialmente periodístico.

La producción tiene un coautor póstumo. Ricardo Mercado Luna falleció en el 2005. A él corresponde el mérito de haber recopilado la documentación que ancla en lo ocurrido en El Independiente a partir del golpe de 1976. A los familiares y amigos de Paoletti el de haber colaborado generosamente con la labor emprendida. Todos con el empuje de lo enseñado por Alipio Eduardo Paoletti: La vida no tiene sentido sin dignidad, sin justicia, sin libertad, sin amor... y vivir es luchar. Y luchar es soñar”


(De “El Libro de Alipio Tito Paoletti”, de Guillermo Alberto Alfieri)

Una historia que se debía contar

“Quien tenga algo para contar, que lo cuente”. La frase establece un imperativo, un compromiso, casi una obligación. Sobre todo cuando el tema se impone al autor. Esta y otras razones que convalidan la necesidad de su edición, gestaron la escritura primero y la edición luego de Tito. El libro de Alipio Tito Paoletti. El trabajo rescata la lucha, la vida y los sueños de este maestro de periodistas, fundador de el diario riojano El Independiente . Será presentado el viernes, en el Auditorio Rodolfo Walsh de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER.

La evidencia de que se estaba elaborando una historia a la cual le faltaban algunas páginas, fue una de las motivaciones más fuertes para que Guillermo Alfieri decidiese dar a conocer su trabajo sobre Alipio Tito Paoletti.

El trabajo, que se presentará el próximo viernes a las 20.30 en el Auditorio Rodolfo Walsh de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER (Buenos Aires 389), tiene especial relevancia. En primer lugar por el tema y la personalidad que rescata. Pero también, detalle de no menor importancia, el nombre del autor. Es que se trata del primer libro del periodista y docente Guillermo Alfieri, quien por elemental sentido de la ubicuidad insiste pertinazmente en que el dato sobre su nombre pase desapercibido, aunque está claro, paradójicamente, que sea imposible omitir su participación en el mismo.

ALGO PARA CONTAR. “Quien tenga algo para contar, que lo cuente”, afirma el autor. Para él es casi un imperativo. Y el hecho de que hay historias que hablan de consecuencia (en el sentido de coherencia) entre el pensar y el hacer, y de personas que marcan un rumbo, sin saberlo motivan la necesidad de evitar que pasen a ser anónimas. Entre ellas está la de Alipio Tito Paoletti, “un gran periodista, con enorme rigor, con precisión, con una prosa concisa y directa. Creo que hoy llamaría tilingos a muchos que ejercen el oficio, si viera lo que se hace hoy en nombre del periodismo”, dice Alfieri.

“Hay historias que hay contar. Que no pueden dejar de narrarse”, asevera el autor que durante años llevó el libro en su interior y que fue amasando lentamente en un proceso de escritura que ahora cristaliza.

Por qué publicar ahora el libro, es la pregunta. “Por varias razones” señala Alfieri y reconoce que trabajó en él “siempre”. Lo cual equivale a decir muchos años, décadas, para ser precisos.

Tito, de eso se trata, se presentará este viernes en Paraná “y el 22 en Buenos Aires y quizás en Santa Fe y tal vez finalmente en La Rioja”, adelanta el autor, que con estas páginas pretende contrarrestar una versión “oficial” a la que le han escamoteado algunos aspectos muy importantes.

MICROHISTORIAS. Desde lo conceptual, el libro trata de trabajar en microhistorias, en el sentido que las define el historiógrafo italiano Carlo Ginzburg. Cosas que no son notorias -por diversas razones, no porque no sean importantes- y de protagonistas que tampoco tienen “famas”.

El propósito es rescatar las esencias de los acontecimientos y los procesos. Algo que Alfieri realizó en una recordada sección de EL DIARIO: los Coloquios. Microhistorias de vida que, al mismo tiempo, daban pautas sobre aspectos sociales, políticos, económicos, culturales, de la vida de un pueblo, de una comunidad.

En este caso se trata de la historia de Paoletti, enraizada a su vez en la historia de El Independiente, una microhistoria con características singulares que es representativa, en mayor o menor grado, de otras miles.

“Por esto de contar lo que se cree debe ser contado, y saliendo de la reproducción oral, me pareció oportuno empezar por casa y aplicar esta idea”, acepta el periodista.

Redactar este informe periodístico -tal como el propio autor lo define, y que aclara que no tiene pretensión mayor que eso, pero tampoco menor- obligó a su redactor, y seguramente al lector, “a no considerar los hechos y sacar conclusiones en base a un adjetivo, sino de intentar en otra mirada que bucee en los acontecimientos y en las actitudes”.

“Sucede que uno podría afirmar que la traición hace a la condición humana. Pero cuando la padece alguien que jamás traicionaría, como Paoletti, es más duro”.

“A él le retribuyeron todo lo que hizo de la peor manera”. Y en esto se encuentra, una de las razones del texto.

ORÍGENES. ¿Por qué en Paraná y no en La Rioja?, es el interrogante. La explicación está en la diáspora, el exilio que sobrevino al 24 de marzo de 1976. El autor fue uno de los nueve integrantes de la redacción de El Independiente que compartió una historia de excluidos que, en el caso de Paoletti, persiste hasta hoy.

¿Qué pasó? ¿Por qué hicieron lo que hicieron con Paoletti? es una de las preguntas que recorre el texto. Un interrogante que se enlaza con la hipótesis que, a modo de hilo conductor, recorre el período del gobierno militar, continúa en el retorno a la democracia y encuentra elementos explicativos en leyes como la Obediencia Debida y Punto Final

A esta historia (la de Paoletti y la experiencia cooperativa de El Independiente) le faltan páginas, según la están escribiendo “oficialmente”. “Es un personaje que la mirada unidimensional no rescata con todas sus facetas, en la integralidad, sino que se busca construir”, explica Alfieri.

DENUNCIA. “Se trata de denunciar una actitud, una posición cínica en relación a la historia de un proyecto que tuvo a Paoletti como uno de sus protagonistas, pero sobre el cual se está construyendo una historia a la que cual -en una operación jodida- faltan algunas páginas”.

La pregunta es por qué se rescata su figura al comienzo de la historia, en la década del 50, la decisión de hacer cooperativa a comienzos de los 70 y su trabajo. Pero nada se habla de lo que ocurre luego, de 1983, y por qué no se le permite retomar el lugar que ocupaba en la cooperativa.

De esta manera se concreta el objetivo de la administración militar que fue atacar a dos nombres en La Rioja: el obispo Enrique Angelelli y su equipo por un lado. Y Alipio Paoletti y El Independiente por otro.

EL ESCENARIO. En La Rioja hubo una represión muy intensa, sobre todo por las características de la provincia. Poca población y una actividad política muy condicionada por un sistema de relaciones feudales. Con factores determinantes como la presencia de un prelado como Angelelli, con su pastoral, la manera en que esa pastoral y Angelelli sacudieron la modorra de la resignación y dio inició entonces a movimientos reclamando justicia, por los Derechos Humanos, el tema de explotados y explotadores en una dimensión muy profunda y un diario que acompañaba esa prédica con sus propias maneras de ver la realidad, lo cual indicaba y manifestaba como medio de comunicación una línea editorial que tenía definido que sería un medio al servicio de las causas populares contra los dueños de casi todo, por la vigencia de la justicia social y el respeto de leyes elementales como condiciones laborales hasta salarios dignos.

Esas acciones hicieron que existiesen dos blancos principales de la represión: Angelelli y su Iglesia y El Independiente y Alipio Paoletti en particular.

En el caso de el diario fue un ataque a una línea editorial y, en definitiva, de pensamiento.

La cita

El libro será presentado el viernes a las 20,30 en el Auditorio en el auditorio Rodolfo Walsh por el periodista Victor Fleitas, quien justamente en su trabajo de tesis para optar a la licenciatura en Comunicación Social, estudió el trabajo de Walsh y de Paoletti.

En tanto que el 22 de diciembre, el trabajo se presentará en la Federación Gráfica Bonaerense. En el acto hablarán Alba Lancilotto -Abuela de Plaza de Mayo-, un dirigente gráfico que trabajó junto a Paoletti en el diario La Voz y Gabriel Fernández, un periodista que compartió la redacción en el Diario de Madres de Plaza de Mayo. La redacción de este último medio lleva el nombre de Paoletti.

¿Quién fue Alipio Paoletti?

El diario El Independiente se funda el 12 de Octubre de 1959. Alipio Paoletti era uno de sus fundadores y el único periodista. Tenía 23 años en ese momento. El diario, que el año próximo cumplirá el cincuentenario de su fundación, pasó por distintas etapas en lo empresarial. En 1970 tenía una presencia importante en la provincia. En ese momento, tenía cuatro socios como propietarios y en los festejos de octubre Paoletti anunció que se procuraría formar una cooperativa.

Tras un trabajo de elaboración, de generación de conciencia y de debate interno, finalmente la cooperativa se plasmó entre 1971 y 1972. Y lo que hizo Paoletti fue ceder todos sus bienes.

Al poco tiempo de conformarse la experiencia, comenzó a manifestarse un acoso contra el medio -y contra Angelelli-, por parte de la Triple A. En esto jugaban también los sectores políticos. En las cartas de amenaza de la tres A figuraban en primer lugar el obispo Angelelli y luego Alipio Paoletti.

Con el golpe del 76 esto se puso rotundamente de manifiesto. El Independiente fue invadido el 23 de marzo a la noche. Pero la presa principal, que era Paoletti, no estaba. Tenía uno de sus seis hijos enfermos y además iba camino a La Pampa invitado por el diario La Arena de La Pampa, para comentar aspectos de la experiencia en La Rioja. Es que el tema de la cooperativa editora de un diario -caso único en América Latina hasta ese momento- producía interés en otros lugares. Por eso no fue detenido. Fue declarado prófugo. Sin embargo se mantuvo un tiempo en Buenos Aires hasta que debió pasar a la clandestinidad cuando algunos de sus compañeros con los que elaboraban material de denuncia sobre la dictadura que distribuían en fábricas y colectivos, donde se podía, fueron detenidos.

En 1977 Paoletti viajó solo a España donde al tiempo se le unió su familia. Residió en Madrid. Allí practicó un exilio militante y volvió en 1983 poco después de las elecciones. En ese trabajo el recogió muchos testimonios de personas que habían salido del país y habían estado detenidas. Con eso elaboró material que se distribuyó en ese momento y que sirvió como base para el libro Como los nazis, como en Vietnam que el escribió y que es considerado el mejor dossier sobre la represión en la Argentina.

Paoletti murió en Buenos Aires el 1 de diciembre de 1986.


EL DIARIO

http://www.eldiariodeparana.com.ar/textocomp.asp?id=159736

Una historia de vida ligada al periodismo independiente

Charla. El libro de Alipio Tito Paoletti, de Guillermo Alfieri, abre una puerta desconocida.

20-12-2008 / La experiencia cooperativa que fundó en La Rioja.

Por Raúl Arcomano

rarcomano@miradasalsur.com


En los ‘70 hubo en La Rioja una experiencia periodística inédita en el país. Fue la de El Independiente, un diario editado de manera cooperativa. El promotor de esa movida fue Alipio Tito Paoletti. El periodista cedió su parte y, tras un debate interno, la publicación fue de todos los trabajadores. La figura de este periodista se rescata en El libro de Alipio Paoletti, escrito por su amigo y colega Guillermo Alberto Alfieri. El libro indaga en la situación que se concretó al fin de la dictadura: la exclusión de Paoletti de la cooperativa que había fundado e impulsado. Sucedió poco antes de su regreso al país, en 1983, cuando sus ex compañeros aceptaron una renuncia con su firma falsificada.


–¿Se fraguaron las renuncias?

–Sí. No sólo eso: los acusaron de abandono de trabajo. Todavía estaba la dictadura, así que debió ser una orden del Batallón de Ingenieros 141. Como no habían podido eliminar a la cooperativa desde el punto de vista administrativo y judicial, deben haber pensado: ‘Si no pudimos hacer otra cosa, vamos a descabezar al diario’. Fue tan burda la operación que todas las renuncias de los nueves socios son idénticas. E incluyen una frase torpe en el último párrafo: ‘Renunciamos de por vida a ejercer el oficio de periodistas’. La orden militar fue cerrar ese capítulo de la represión excluyendo a Paoletti y descabezando al medio. Lo que implicaba eliminar su línea editorial. Fue un operativo con complicidades de civiles dentro de la cooperativa y dentro del poder judicial. El tema terminó en una denuncia penal por asociación ilícita, falsificación de documento público y defraudación.

–¿Qué pasa con la causa?

–No se sabe. Si vas a la justicia y pedís el expediente, no se encuentra en el archivo. La causa caminó un tiempo, cuando estuvo a cargo del juez Aldo Morales, el mismo que caratuló como homicidio la muerte del obispo Enrique Angelelli. Como estaba moviéndose mucho, lo ascendieron y lo sacaron del medio. Después Paoletti falleció. Ahora el expediente anda en tribunales riojanos, cargado de telarañas.

–¿Cómo era la relación de Paoletti con Angelelli?

–Fraternal. El diario adhirió constantemente a la pastoral de Angelelli, que había llegado a La Rioja en 1968. Primero fue una relación institucional, de periodista a obispo. Después, de amistad. Alipio no era creyente, pero entre las personas de buen cuño eso no juega. Así que había una comunión de pensamientos y de análisis sobre la situación de la provincia, que en ese momento era un sistema feudal.

–¿Cuál era su postura polìtica?

–El era guevarista, puesto en términos de aquellos momentos. Un tipo claramente de izquierda. Se leyó El Capital en inglés sin saber el idioma, con un diccionario. Creía en un frente popular para iniciar un camino por la liberación nacional.

–¿Cómo fue la experiencia de El Independiente?

–En un aniversario del diario, en el año 70, Paoletti anunció que los socios habían decidido impulsar la creación de una cooperativa. Nació un año después con 71 trabajadores-socios, dueños de su fuerza de laburo. Era coherente: llevar a la práctica lo que se pregonaba. Las líneas editoriales se resolvían en asamblea. Un hombre, un voto. Fueron seis años de experiencia, hasta el golpe. Había un sector de poder de los feudos riojanos que no toleraban al diario, aún antes del golpe. En las listas de la Triple A, el número uno era Angelelli. El dos, Paoletti. Al cura lo mataron, pero con el Gordo no pudieron.

–¿Cómo zafó de los militares?

–Azarosamente no estaba en La Rioja el 23 de marzo. Estaba en Buenos Aires porque uno de sus hijos había sido derivado por un problema médico. Además viajó a La Pampa: iba a contar a los periodistas del diario La Arena la experiencia cooperativista de El Independiente. Después se quedó en Buenos Aires un año más, en el que vivió en la semi clandestinidad. Con otros compañeros hacían volantes en los que denunciaban la situación política. Los repartían en fábricas, colectivos. Salió para España en el ‘77, con su mujer y sus seis hijos.

–¿Cómo vivió el exilio?

–Fue un exilio militante. Fue uno de aquellos a los que la dictadura mencionaba como autores de la campaña anti argentina en el exterior. Recogió muchos testimonios que fue publicando como notas en el periódico de Madres.

–¿Cómo fue el regreso tras la recuperación democrática?

–Fue un poco amargo para él. Pero siguió trabajando. Era un periodista prestigioso y respetado en el gremio. Tenía la cualidad esencial que tienen los buenos periodistas: calidad humana. Relacionaba su pensamiento con lo que hacía. Poseía un estilo muy preciso y riguroso. Tiene un libro que es el mejor dossier de la represión: Como los nazis, como en Vietnam, que se editó luego de su muerte, en diciembre de 1986.

–¿Cómo lo recuerdan desde el diario que fundó?

–Hablar de El Independiente es hablar de Paoletti. Hoy desde la cooperativa se rescata su figura, pero al final pegan un salto. Omiten lo que hicieron dentro de la cooperativa. Le quitaron y borraron páginas a la historia. No lo pudieron convertir en uno de esos malditos de los que no pudieran hablar. De Alipio tienen que hablar.