domingo, 19 de abril de 2009

A Roberto Rojo, para desempañar el zoom

Después de tus dos notas, con mis respectivas respuestas, no insistiré en desanimar la incredulidad que expresás acerca de qué significó para nosotros la creación de Copegraf. La valoración de la capacidad de los compañeros para participar del proyecto común y solidario, contrasta con el menoscabo que formulás de la condición de trabajadores limitados a ser ganapanes condenados a la sumisión.

Sólo insisto en que las actas de asambleas de los primeros años de la cooperativa guardan huellas de la democracia interna y sus méritos, con la vigencia de la esencial premisa de un hombre un voto. Así era, aunque no lo creas, la convivencia pluralista que albergaba militancias o simpatías partidarias que cada cual eligiera.

Ocuparé tiempo y espacio a tu reiterada interpretación de por qué pasó lo que pasó en El Independiente, extendido al presente. Ése es el tema que observás con el zoom que nos parece empañado. Tu tesis es: Paoletti y su grupo por un lado, los asociados por el otro. Decís que la crisis fue “activada por la aplanadora del proceso militar” y resuelta con “el retorno mismo de la endeble democracia”.

Es necesario precisar que hasta el momento de la exclusión todos los contrincantes eran asociados y que esa acción se ejecutó el 23 de junio de 1983, según acta número 134. En ese entonces, la dictadura estaba en retirada pero todavía imponía condiciones y Tito Paoletti no había regresado del exilio.

No es referencia menor que el asesor letrado de Copegraf era el doctor Omar José Rodríguez que en su dictamen del 22 de junio de 1983 copia tramos del editorial publicado en 1977, redactado en el Batallón de Ingenieros 141, en plena caza de brujas. También es llamativo que en el Consejo de Administración que dispuso las expulsiones había dos miembros ingresados después de la invasión a la cooperativa. Uno de ellos Leandro López Alcaraz, prestador de servicios que a lo mejor detectaste en tus investigaciones.

Es que la aplanadora autoritaria causó altas y bajas que modificaron la planta de asociados, más el desgaste fragmentador de más de siete años de terror. Campo propicio para que la tiranía efectuara la vuelta de rosca, con cómplices y encubridores que sacaron tajada de la oportunidad.

En la crónica de lo sucedido está asentado y confirmado que el 23 de junio de 1983 se dieron por válidas renuncias forzadas y falsificada la de Tito, datadas en 1976, sin preaviso a los excluidos, sin comunicación inmediata posterior y sin cumplir con ninguna de las pautas estatutarias establecidas para esas situaciones. Con el mismo sentido de la impunidad con el que operó la represión.

Esta es la cuestión que planteamos. Seguro que conocés la teoría de Bismarck y su argumento de que el hecho prima sobre el derecho. Dicho de otro modo, el que tiene fuerza para apoderarse y retener una cosa establece de facto su derecho sobre ella. Eso es la liquidación del derecho como norma de conducta.

Así fue (y es) como se operó (se opera) para lograr lo que denominás “un producto cooperativo diferente al original”. Podríamos agregar que el objetivo deviene en otro El Independiente, aguado, adulterado.

Ése es el tema que colocamos en debate y que tu discurso no contempla. A propósito, una digresión: la invitación que te extendí era a participar no a protagonizar de manera excluyente. Convencé a los directivos de Copegraf, sumate a ellos en el papel que quieras, y allí estaremos. Ya habrá ocasión para que hablemos a agenda abierta de tantas cosas que mutuamente nos interesan. Comprenderás que para nosotros la prioridad no es refutar leyendas sino refutar la infamia que continúa.

En cuanto a la Historia, que es tu competencia, apelo a Ricardo Mercado Luna: “La justicia trabada de mil maneras, no llegó a dar un veredicto (en la denuncia penal de Tito) pero los importantes instrumentos y testimonios incorporados a la causa sirven hoy para la crónica y mañana serán útiles para la historia, sin descartar que de ella forme parte también la recuperación del diario... Cedemos la palabra a la documentación textual”. Así sea.

Guillermo Alfieri


PD. El compañero Plutarco Schaller pasó siete años en la cárcel, fue torturado, sabe de exilios internos y externos. Ahora mismo reside a miles de kilómetros de La Rioja, despojado de su pertenencia a Copegraf. No merece que se malversen sus palabras desgajadas de la circunstancia en que fueron emitidas.

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